Entre la ronca berrea del venado,
los lances del águila real sobre los rebecos y la impresionante Reserva de la
Biosfera de Redes, más concretamente en el Valle de Arco, en el municipio de
Caleao (Asturias), han transcurrido cuatro días en los que hemos participado
como voluntarios en el Programa de
Custodia del Territorio en Reservas de Biosfera del proyecto LIFE+ Urogallo
cantábrico.
Han sido cuatro días de duro
trabajo, en los que gracias a la coordinación de Óscar Prada y el buen hacer de
Susana, Jesús, Alejo y Xuan se está logrando mejorar el hábitat para la
recuperación del urogallo cantábrico.
Estos días, las actuaciones se
han centrado en la mejora del pastizal para la concentración de herbivoría
(herbívoros silvestres principalmente), eliminado mediante motosierra y desbrozadora
piorno (Genista florida),
amontonándola posteriormente para dejar libre el pastizal y favorecer la
extensión del acebal, otra especie clave en su hábitat. En sinergia con la
anterior, y una de las acciones con mayor incidencia en la alimentación del
urogallo, es favorecer la extensión de las arandaneras en la orla supraforestal,
pues como consecuencia de la pérdida del ganado extensivo en el monte, se está
viendo reducida su densidad por la extensión del brezo (Erica sp.) y el tojo (Ulex
europaeus). Para ello, los trabajos de desbroce selectivo es la mejor forma
de lograr crear espacio vital para el desarrollo y colonización del arándano,
pero las fuertes pendientes hacen que el trabajo sea fatigoso.
Como nos alojamos en las casi
olvidadas cabañas de pastores, presentes en las majadas que tiene Arco, también
cubrimos otro objetivo, que es la limpieza y conservación de estas joyas
arquitectónicas, alguna con más de cien años en pie. Hasta ellas, todo el
material, maquinaria, combustible, comida y enseres personales se ha desplazado
primero en todo terreno, después en tractor y por último porteando a mano y en
macutos.
Tarea imprescindible es
involucrar y hacer partícipes a los habitantes de la zona, y casi como un
milagro aparecieron Alejo y Jesús, biólogo e ingeniero de montes respectivamente,
enamorados de sus valles, comprometidos con el territorio y buenos guardianes,
pues su objetivo es quedarse en su pueblo y lograr vivir de los recursos
agroforestales.
Allí permanecerán trabajando
hasta mediados de noviembre aproximadamente, junto con Xuán, sabio montañes y apasionado
de su tierra y sus costumbres, en la mejora y conservación del territorio para
que esos últimos gallos puedan volver a ocupar viejos cantaderos y lograr
recuperar la especie.
Unos días en los que se ha
compartido esfuerzo, ideas, proyectos, grata convivencia y buen hacer.
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