domingo, 19 de febrero de 2012

Amanece en Doñana: columna El Adelanto


Un crotoreo de cigüeñas inaugura el crepúsculo. Miles de plumas blancas clarean el azul tímido de la madrugada. Las garcetas, embozadas y somnolientas, comparten el cañaveral con martinetes y cangrejeras. Sobre ellas, cornejas vocingleras  enlutan el enrejado de cañas. Ahora intervienen los gansos, altisonantes y orgullosos acercando su partitura al amanecer. Le seguirán las grullas, con su elegante desperezarse, en una interpretación refinada de cómo inaugurar la luz del día.



La laguna se empieza a perlar de fochas morunas, mientras los patos cucharas escanean la superficie del agua con la coreografía de sus picos. La percusión del chapoteo se pierde cuando entran en escena las cercetas pardillas, tímidas y menudas. Pero el foco recae sobre la enrosada belleza de los flamencos: tenores y sopranos, contraltos y barítonos ordenan coro y orquesta en la Cañada de los Pájaros. Es en este rincón privilegiado de Doñana donde hoy tengo la satisfacción de amanecer para ser testigo y cómplice, una vez más, del compromiso con la biodiversidad de Plácido y Maribel. Dos humanos que restauraron una gravera para convertirla en un espacio vital y sonoro. Una isla de coherencia y sosiego donde han aprendido y enseñado a criar en cautividad y soltarlas,  a las especies de nuestra avifauna con poblaciones menguadas.



 En Puebla del Río una banda sonora brota desde la Cañada. Parece uno estar enredado en los renglones del Romance al Milagro de San Antonio. Tengo la sensación de oír a Joaquín Díaz interpretar este canto en medio de sus silvestres personajes. Mientras escribo estas líneas veo a Maribel alimentar infatigable a garcillas y espátulas, a la vez que Plácido deambula entre anátidas, transmitiendo una paz queda. El trabajo de estos dos profesionales es impagable. En este año de sequía y escasez nutren e hidratan a la buena gente de las marismas. Sufren al saber que no pueden llegar a todas la emplumadas que quisieran, los dineros no dan para más…

En este escenario, engendrado por la inquietud de dos anónimos biólogos, crían parte de las riquezas que atesora y luce Doñana. Aquí he recordado las palabras de Federico Ramos, Secretario de Estado de Medio Ambiente, vertidas en una reunión a la que asistí la semana pasada. Allí nos reafirmó el interés de su Ministerio por realzar el valor de la Red Natura 2000. Mostró su interés por las aportaciones que le hicimos los seis técnicos que asistimos en representación del Foro Estatal de Custodia del Territorio. En la conversación mantenida propusimos dar apoyo a los productores que regentaban empresas sostenibles en los espacios naturales. Como expuso Eduardo de Miguel, Director de la Fundación Global Nature, si los franceses tuvieran nuestra Red de Espacios Naturales ya habrían diseñado marcas de calidad asociadas a la alimentación, para promocionar estos entornos y sus productos. Y este comentario provenía a su vez de una eurodiputada francesa en Bruselas, con una mezcla de envidia y admiración.

Y es aquí, en el cogollo de la vitalidad de nuestro parque más internacional, donde soy consciente de la necesidad urgente de crear empleo y desarrollo económico sensato con nuestros recursos más naturales. Trabajadores comprometidos como mis amigos de la Cañada de los Pájaros deben ser protegidos y apoyados, pues ellos a su vez generan otros puestos de trabajo en forma de guías, educadores, restaurantes y tiendas. Esto es una realidad que ustedes pueden comprobar si se acercan a unos kilómetros de Sevilla. Trabajo y naturaleza, fidelidad y vocación, profesionalidad y pasión…todo ello amanece cada día en Doñana gracias a Plácido y Maribel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravilloso Amanecer en Doñana, he leido que la Junta quiere vender la finca La Almoraima, cerca o dentro de este conjunto una persona que falleció allí D. Juan José Pérez Gomez dejó su vida y trabajo por ese enterno maravilloso y único, mi gratitud y recuerdo hacia él y su familia, y por supuesto a los que trabajan allí. M. Belén Alvarez Hurtado