A
penas han sido unos minutos de alegría: el cielo se encapota, empieza a drenar
sus estimadas gotas, pero se queda en un misérrimo conato de aguacero, una
declaración de principios no vinculantes (como las Cumbres Internacionales del Clima).Y
así acumulamos semanas hasta batir el triste record del registro meteorológico
en España del año cuarenta y cinco. Desglosar las consecuencias de esta sequía
nos hace partícipes de la omnipresencia vital del agua en todos los ciclos ecológicos
y económicos.
Estos días,
visitando una repoblación con encinas, me topé con un ganadero que iba cargado
con un par de alpacas de las de cuatrocientos kilos. Se bajó del tractor y lo
primero que me dijo fue algo así como: ¡No sé qué vamos a comer este año!
Utilizó la primera persona del plural para referirse tanto a su familia como a
sus vacas, aunque no sé decirles la prioridad, pues unos y otras son parte
intrínseca de su vida. Llevaba el menú del día a sus limusinas y charolesas,
pues el pasto que se atrincheraba en el suelo era ralo e insuficiente. No pude
por menos que acordarme de las moruchas que había estado fotografiando hacía
unos días en Castro Enríquez, las cuales tiraban de diente sacando lo que
podían de la dehesa… ¡Lo que hacer ser una variedad autóctona! En estos tiempos
de vacas flacas, en el sentido literal y metafórico, la naturaleza saca a la
luz los principios de Darwin, quien pronosticaba el éxito evolutivo de los
mejor adaptados.
Y es que la
ausencia de agua tiene parados y alterados todos esos sucesos estacionales que
llamamos fenología. El paisaje tiene aspecto de agosto y las aves no saben ni
dónde picar. Las golondrinas llegaron hace dos semanas a Barcelona, un morito,
ave marismeñas, aparece por Almenara y algunas plantas florecen sin saber a que
atenerse. ¡Esto es un sin dios!… como que diría José Sazatornil en su papel de
Guardia Civil, cuando el sol sale por el oeste en Amanece que no es poco.
Repensar la
dehesa. Esa es la fase en que se encuentran a día de hoy técnicos, trabajadores
y dueños. Desde la Asociación de Propietarios Forestales de Salamanca (ASFOSA)
se esta trabajando en abrir alternativas que conserven la explotación económica
y la funcionalidad ecológica de este ecosistema. Durante la semana pasada
técnicos venidos de Croacia, Córcega, Túnez o Francia han conocido este escenario y sus patrones de
aprovechamiento. En viaje relámpago, vieron desde el porcino de Guijuelo a los
carboneros del siglo XXI, convertidos en empresarios de las calderas de
biomasa. Sin dejar de lado el ángulo castizo de este prisma: la lidia. En
Valdelosa, a mayores de la saca del corcho, se hizo una parada en la finca del
rejoneador Sergio Galán. Un tipismo henchido de arte y cultura que conserva
especies singulares, dando trabajo a tanta gente que debe hacer meditar a quien
se opone a las corridas, aunque haya que mucho que hablar sobre ello. Este
bosque modelo que es la dehesa, debe mirar al futuro, pero sin olvidar el
pasado que la ha engendrado.
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