Se nos olvida que el invierno
existe. Se nos olvida que ha existido con mayor intensidad en el pasado. Cuando
llegan estas olas, todo son alertas y preocupaciones, quedando en la memoria un
pasado reciente, del tipo Cuéntame, en
que no existían los medios actuales y todo salía adelante. Pero estos fríos son
necesarios, pues los ritmos naturales que acompañan a nuestra vida los
demandan, aunque no le sepamos o queramos. Pongo un caso sencillo, como puede
ser el curado de las matanzas, que siempre las hay tardías y agradecidas con
estas bajadas de la temperatura.

Pero prefiero irme a detalles
menos conocidos, como la invasión de especies exóticas. El hecho de vivir en
estas latitudes y alturas salmantinas, nos defiende de la entrada y
reproducción de elementos de la fauna y la flora que en otras localidades
peninsulares sí se están produce. Tal es el caso de las cotorras argentinas,
simpáticas aves que generan problemas serios allá donde se instalan. En nuestra
capital, se deja ver un pequeño bando en el Parque de los Jesuitas. Es fácil
reconocerlas por su plumaje verde lima, pero sobre todo, por el jaleo que
montan en cuanto se juntan dos individuos.
En ciudades como Barcelona se ha
producido una invasión en toda regla, con una población de 2.500 ejemplares.
Sus daños son mayúsculos porque crían en colonias montando nidos sobre el
arbolado de la ciudad, con pesos que superan el centenar de kilos. Depredan con
facilidad frutos de pinos o tuyas, entran a saquear los huertos y céspedes próximos
a la ciudad condal, pero se han aficionado al pan, que tanto abunda en los
parques y jardines. Sus ruidos se unen a los excrementos en los daños, con lo
que una pobre ave de jaula, liberada fuera de su hábitat por sus dueños, ha terminado
generando este desaguisado. En Salamanca por ahora no se conocen datos de su
reproducción, siendo el frío invernal que hasta ahora nos ha acompañado, el
impedimento a esta expansión.
Y si esto puede parecer un caso
aislado de una especie en concreto, existe un inventario de especies invasoras
en la lista de espera para alojarse donde la meteorología y el entorno se lo
permita. Si pueden ver el documental “Invasores” del naturalista y director de
cine Luís Miguel Domínguez, verán a lo que nos enfrentamos si el clima se
dulcifica y los inviernos se vuelven menos fríos…
Si nos desagrada el frío, debemos
pensar en lo que ello conlleva y que cada vez observamos con más detalle. A mí
personalmente me llamó poderosamente la atención, que a mediados del pasado
diciembre me encontré junto a la estación sur de autobuses de Madrid, una abubilla volando tranquilamente junto a
las vías de Adif. Casualmente me dirigía a una reunión con otros compañeros de
oficio venidos distintas partes del país. Al comentarles la cita, me contestaron
que con los cambios del clima y la boina
de contaminación de la capital cualquier circunstancia es posible.
Por lo dicho, veamos en los fríos
un síntoma de normalidad en medio de tanta anormalidad que nos rodea.
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