lunes, 19 de noviembre de 2012

Rutas por el Patrimonio Verde y Monumental de Salamanca


Durante este fin de semana varias actividades han conmemorado en Salamanca el 40º Aniversario de la Convención del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Nuestros técnicos, en colaboración con la Oficina Municipal de Turismo,  han sido los encargados de desarrollar durante el sábado y el domingo dos visitas guiadas para conocer el patrimonio verde de la ciudad a través de la ribera del Tormes y los jardines del casco histórico, con el fin de descubrir el valor de los espacios verdes de la ciudad como elementos clave en la armonía del Patrimonio Monumental. 

La sequoia de la Universidad sirve de introducción y singular punto de encuentro para todos los asistentes.

Tras una emotiva charla interpretativa conjunta, a cargo de Raúl de Tapia, sobre el origen de las sequoias de Anaya y el Claustro de la Universidad, la ruta 'Jardines monumentales: viaje en el espacio y el tiempo',  visitó los espacios ajardinados de la Plaza de Anaya y el Huerto de Calixto y Melibea y los cipreses del Patio Chico. En ella se reflexiona sobre el origen de los espectaculares cedros y cipreses de estos espacios, tratando de proporcionar a los participantes una visión distinta sobre ellos: este patrimonio verde, ligado al monumental, crean nichos ecológicos de alto valor para nuestra avifauna. Tan solo un ejemplo: las cigüeñas y otras aves que anidan en el casco histórico, han proporcionado las plumas con las que se ha escrito todo el saber acumulado en la biblioteca de la Universidad de Salamanca.

Los árboles de ribera resultaron imprescindibles en la construcción de nuestros monumentos.



La segunda ruta, 'Las plantas del Tormes: usos tradicionales en el origen de los monumentos', consistió  en un paseo por el río, guiado por Víctor Pérez, que permitió descubrir los usos tradicionales de las plantas que estaban relacionados con los oficios y labores que dieron lugar al espectacular conjunto monumental de nuestra ciudad. A través de una interpretación botánica y con la ayuda de diez microhistorias como la que sigue a estas líneas, se mostró a los participantes la importancia de las plantas de ribera en la construcción del patrimonio monumental de nuestra ciudad. 


"Corría el año 1150 cuando Alvar García, maestro constructor, dirigía el montaje del andamio sobre los cimientos del muro sur de la primera catedral de la ciudad. La cercanía del Tormes al lugar de la obra le daba tranquilidad, pues necesitaba cientos de varales de fresno, firmes pero a la vez flexibles, que soportaran el peso de la estructura que permitiría a canteros y albañiles trabajar adecuadamente. Alvar tenía en mente una construcción memorable, imperecedera, que serviría a la vez para el culto a Dios y para la defensa de la ciudad frente a los ataques árabes. Pero para él era fundamental contar con unas buenas varas de fresno como base del andamio, para una construcción sólida y firme. "


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