Existe un
meandro del Tormes a pocos kilómetros de la capital. Un arco de ballesta
trazado entre saucedas, peñascos y carrascas. Escasamente conocido, oculta su curvatura
en el antiguo camino que lleva de Juzbado a los Baños de Ledesma. A poco más de
veinte kilómetros de la ciudad se da cita un cuarteto de paisajes. Una
fotografía que uno descubre al caminar con el encinar adehesado de fondo
escénico; la que acompaña estas palabras es de un amigo, el geólogo Jabito Jablonski. El regadío aparece
como personaje secundario, gozando de todo el protagonismo el bosque de ribera.
Un perfil del río que parece nacido de una pintura de Carlos de Haes. Y no quiero dejar en el olvido los peñascos y
berrocales, esa tatarabuela del paisaje que es la geología. Aquí el granito que
encierran estos bolos, presta al ambiente cierto romanticismo salvaje.
Pero de nuevo
nos asaltará la diferencia. Volveremos a descender en la senda y nos
embargaremos de encinas y barceos. Esquivaremos las lanchas y bolones de piedra
y empezaremos a descubrir en la media distancia los adehesados aledaños. Cortejados
por esta vegetación, podremos pensar en el centenar largo de años que lleva
allí gran parte del arbolado. Ya en medio de esta bruma verde surgirá el
Balneario de los Baños. Como si no quisiera mostrarse, en un lugar
privilegiado. No será la ruta completa sin asomarnos desde el puente, aguas
arriba y aguas abajo, para contemplar agradecidos la herencia de este
patrimonio.
A todas las
personas que han hecho esta caminata les extraña el poder de este lugar, la
autenticidad de todo lo que el camino muestra. Pero sobre todo les sorprende su
cercanía, el hecho que a veinte minutos del tráfico y sus ruidos puedan relajar
sus oídos y su ansiedad. Si quieren echar una mañana o tarde diferente,
acérquese hasta Juzbado, la ruta está señalizada y no tiene pérdida. Esta
comarca tiene sus valores y encantos, y sin dejar de lado a las sierras de las
que tanto ya he hablado, también es necesario divulgarla y ayudarla. Desde
Villamayor a Ledesma hay un manojo de pueblos y escenarios que hay que visitar.
El Tormes se merece una ruta turística con su nombre al tener calidad y
calidez. Las Sendas del Tormes son más de lo aquí contado, ya desgranaré otros espacios
a recorrer libres de turistas y autobuses, pero con ganas de recibirlos sin
morir de éxito.
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