martes, 14 de octubre de 2014

Reserva de la Biosfera de Redes, voluntariado y custodia, nos vamos a Asturias

Entre la ronca berrea del venado, los lances del águila real sobre los rebecos y la impresionante Reserva de la Biosfera de Redes, más concretamente en el Valle de Arco, en el municipio de Caleao (Asturias), han transcurrido cuatro días en los que hemos participado como voluntarios en el Programa de Custodia del Territorio en Reservas de Biosfera del proyecto LIFE+ Urogallo cantábrico.

Han sido cuatro días de duro trabajo, en los que gracias a la coordinación de Óscar Prada y el buen hacer de Susana, Jesús, Alejo y Xuan se está logrando mejorar el hábitat para la recuperación del urogallo cantábrico.

Estos días, las actuaciones se han centrado en la mejora del pastizal para la concentración de herbivoría (herbívoros silvestres principalmente), eliminado mediante motosierra y desbrozadora piorno (Genista florida), amontonándola posteriormente para dejar libre el pastizal y favorecer la extensión del acebal, otra especie clave en su hábitat. En sinergia con la anterior, y una de las acciones con mayor incidencia en la alimentación del urogallo, es favorecer la extensión de las arandaneras en la orla supraforestal, pues como consecuencia de la pérdida del ganado extensivo en el monte, se está viendo reducida su densidad por la extensión del brezo (Erica sp.) y el tojo (Ulex europaeus). Para ello, los trabajos de desbroce selectivo es la mejor forma de lograr crear espacio vital para el desarrollo y colonización del arándano, pero las fuertes pendientes hacen que el trabajo sea fatigoso.

Como nos alojamos en las casi olvidadas cabañas de pastores, presentes en las majadas que tiene Arco, también cubrimos otro objetivo, que es la limpieza y conservación de estas joyas arquitectónicas, alguna con más de cien años en pie. Hasta ellas, todo el material, maquinaria, combustible, comida y enseres personales se ha desplazado primero en todo terreno, después en tractor y por último porteando a mano y en macutos.

Tarea imprescindible es involucrar y hacer partícipes a los habitantes de la zona, y casi como un milagro aparecieron Alejo y Jesús, biólogo e ingeniero de montes respectivamente, enamorados de sus valles, comprometidos con el territorio y buenos guardianes, pues su objetivo es quedarse en su pueblo y lograr vivir de los recursos agroforestales.

Allí permanecerán trabajando hasta mediados de noviembre aproximadamente, junto con Xuán, sabio montañes y apasionado de su tierra y sus costumbres, en la mejora y conservación del territorio para que esos últimos gallos puedan volver a ocupar viejos cantaderos y lograr recuperar la especie.


Unos días en los que se ha compartido esfuerzo, ideas, proyectos, grata convivencia y buen hacer.

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